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Cuando el cliente no responde (y tú te desesperas)

El silencio no siempre es un cierre... pero sí un mensaje.

Hay pocas cosas más frustrantes que esto…

Terminaste una reunión increíble.
El cliente estaba interesado, todo sonaba bien…
y luego: silencio.

Le escribes y Nada.
Le llamas y Nada.

Y ahí empieza la confusión mental:

“¿Dije algo mal? ¿Le habré enviado la propuesta muy rápido? ¿Será que ya eligió a otro?”

Y sin darte cuenta, pasas de vendedor a detective emocional.
(Es lo peor que puedes hacer)

Pero hay algo que debes entender:
el silencio también comunica.

A veces no es un “no”.

A veces es un “aún no estoy seguro”.

O incluso un “no entendí del todo”.

El problema es que muchos vendedores reaccionan al silencio con ansiedad,
cuando lo que necesitan es responder con estrategia.

Si el cliente no contesta, no es momento de perseguirlo…
es momento de reconectarlo con el valor.

Por ejemplo:

  • “Te escribo solo para compartirte algo que vi y que puede ayudarte justo con lo que hablamos la semana pasada.”

  • “Sé que has estado evaluando opciones. Te dejo un caso de un cliente que estaba en la misma situación.”

  • “Vi esta noticia del sector y me acordé de tu proyecto. ¿Seguimos en pie con la propuesta?”


No insistes.
No presionas.

Solo recuerdas por qué tu conversación tenía sentido.

El silencio, bien manejado, puede convertirse en tu mejor aliado.

Porque mientras otros se desesperan y se rinden, tú mantienes la conexión viva.

A veces, el cierre no se logra con más mensajes, sino con el mensaje correcto.

Y créeme, el cliente nota la diferencia entre quien presiona…
y quien se mantiene presente con propósito.

Nos leemos la próxima semana

Claudia Ruiz

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