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El error silencioso que puede hacerte perder un cierre seguro
Cuando crees que el cliente ya está convencido, ahí es cuando debes tener más cuidado.
¡Hola!
Ayer hablábamos de lo frustrante que es ver cómo un cliente entusiasmado se enfría después de una reunión prometedora.
Pero hay algo igual de peligroso, confiarse demasiado cuando un cliente parece estar decidido.
Porque seguro te ha pasado.
Tienes una conversación increíble, el cliente muestra interés, hace preguntas, incluso dice frases como “Sí, esto me interesa” o “Me gusta lo que propones”.
Y ahí, como negociador, sientes que ya está todo hecho.
Así que bajas la guardia.
Dejas de hacer seguimiento con la misma energía, asumes que el cliente ya está convencido y, sin darte cuenta, pierdes el control de la negociación.
Y luego, de la nada, el cliente desaparece. O peor aún, termina comprando a la competencia.
¿Por qué pasa esto?
Porque el entusiasmo no es lo mismo que el compromiso.
El cliente puede estar interesado en lo que ofreces, pero hasta que no haya tomado acción (firmar, pagar, dar una aprobación oficial), la negociación sigue abierta.
Aquí te dejo tres señales de alerta para que no caigas en este error:
¿Cómo evitar este error?
En lugar de asumir que el cliente ya está convencido, valida su nivel de compromiso con preguntas como:
💬 “¿Qué tendría que pasar para que esto fuera una decisión definitiva para ti?”Siempre deja la conversación con un próximo paso claro: fecha de firma, pago, reunión de cierre.
Refuerza el valor de la propuesta hasta el último momento. No es cerrar por cerrar, es asegurar que el cliente sienta que está tomando la mejor decisión.
Nunca des por hecho un cierre hasta que esté asegurado.
No es cuestión de ser pesimista, es cuestión de mantener el control de la negociación hasta el final.
¿Qué opinas? ¿Alguna vez creíste que una venta estaba cerrada y al final la perdiste? Escríbeme y dime qué aprendiste de esa experiencia.
Mañana vamos con un tema que puede cambiar por completo tu enfoque sobre cómo vender sin que el cliente sienta que le estás vendiendo.
Créeme, hay una gran diferencia entre vender y hacer que el cliente quiera comprar.
Nos leemos mañana,
Claudia Ruiz
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