La neutralidad también hace perder ventas.

Hay propuestas que no generan rechazo.
Pero tampoco entusiasmo.

El cliente escucha.
Asiente.
Dice que lo revisa.

Y ahí queda todo.

No hay objeción.
No hay tensión.
No hay emoción.

Y aunque parezca “mejor que un no”, en realidad es una señal peligrosa.

Porque cuando una propuesta no provoca reacción, el cliente no siente urgencia por decidir.

No es que tu oferta sea mala, muchas veces es correcta, demasiado correcta.

Tan neutra que no obliga al cliente a posicionarse.

Las decisiones no nacen de la neutralidad, nacen cuando algo conecta, incomoda o hace pensar distinto.

Si tu propuesta no mueve nada, el cliente no siente la necesidad de actuar.

A veces, perder una venta no tiene que ver con el precio.

Tiene que ver con no haber generado impacto.

Y vale la pena preguntarse: ¿mi propuesta invita a decidir…o solo a seguir pensando?

Un abrazo,

Claudia Ruiz