"Las palabras que pueden hacer que un cliente confíe en ti al instante"

¡Hola!

Seguro te ha pasado.

Estás en plena conversación con un cliente, todo parece ir bien, pero hay algo en su lenguaje corporal que no termina de convencerte.

Te escucha, asiente, pero… algo le falta.

No se le ve convencido del todo.

Y no es porque tu oferta no sea buena.

No es porque el precio sea muy alto.

Es porque hay algo en la manera en que le estás hablando que no termina de generarle confianza.

La mayoría de las veces, no nos damos cuenta de esto.

Nos enfocamos en los argumentos, en lo que estamos diciendo… pero no en cómo lo estamos diciendo.

Por ejemplo, hay frases que muchas personas usan y que, sin darse cuenta, hacen que el cliente dude de lo que dices.

Mira esta diferencia:

"Te prometo que esto funciona."
vs.
"Esto ha funcionado para X empresas/personas, y aquí está cómo."

La primera suena como una promesa vacía.

La segunda, como una afirmación respaldada por hechos.

O esta:
"Creo que esto puede ayudarte."
vs.
"Esto ha sido útil para personas en tu misma situación, y por eso creo que puede ser útil para ti."

Pequeños cambios, pero con un impacto enorme.

Otra palabra que inconscientemente puede hacer que un cliente desconfíe es "honestamente".

Cuando alguien dice "Honestamente, esta es la mejor opción", el cerebro del cliente puede pensar: "¿Y antes no estabas siendo honesto?".

En su lugar, usa frases como:
"Basado en mi experiencia con otros clientes en tu misma situación, esta es la mejor opción."

Así refuerzas confianza sin levantar dudas innecesarias.

Las palabras importan.

No solo por lo que significan, sino por lo que hacen sentir. Y la confianza, en una negociación, no se gana con más información, sino con la manera en que la comunicas.

Prueba estos cambios en tu próxima conversación con un cliente y dime si notas la diferencia.

Escríbeme, me gustaría saber si alguna vez dijiste algo que sin querer generó desconfianza en un cliente.

Y mañana, vamos con algo muy interesante, cómo saber qué está pensando un cliente sin que te lo diga.

Porque a veces, las verdaderas objeciones no se dicen en voz alta.

Nos leemos mañana,

Claudia Ruiz

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