No te van a comprar por lo mucho que sabes

¡Hola!

Una cosa que aprendí con los años es que la necesidad de impresionar en una venta… huele a inseguridad.

Cuando empiezas a soltar todos los datos técnicos,
todos los casos de éxito,
todas las certificaciones,
todo lo que sabes…

Puedes estar mandando un mensaje equivocado:
👉🏼 “Mírame, soy suficiente, créeme, por favor.”

Y eso no genera confianza.
Genera distancia.

Porque el cliente no quiere ver un show.

Quiere saber si tú entiendes lo que necesita.
Si puedes ayudarle.

Y si le das razones para confiar, sin tener que gritarlo.

💡 En las conversaciones de venta, entre más humano eres, más impacto tienes.
Contar una historia sencilla conecta más que una lista de logros.

Escuchar bien vale más que soltar datos.
Una pregunta bien hecha vale más que un pitch brillante.

Porque vender no es impresionar.
Es entender. Es acompañar. Es resolver.

Y te lo aseguro:
cuando hablas desde la seguridad real —la que viene de saber que puedes ayudar—
no tienes que demostrar nada.

Solo fluyes.
Y el cliente lo siente.
Y te cree.
Y compra.

Así que la próxima vez que sientas ganas de soltar tu arsenal para “cerrar”,
haz una pausa.

Pregúntate: ¿esto lo digo para ayudar… o para impresionar?

La diferencia se nota.
Y marca el resultado.

¿Te ha pasado? ¿Alguna vez sentiste que estabas diciendo demasiado y perdiste la conexión? Escríbeme, me gustaría leerte leerte.

Y el próximo lunes te voy a contar algo muy puntual:
por qué negociar por correo puede parecer práctico… pero muchas veces te juega en contra.

Nos leemos la próxima semana

Claudia Ruiz